lunes, 14 de diciembre de 2009
juegos (cuentesías)
Los juegos me llaman, me reclaman. Tanto tiempo sin jugarlos, sin perseguirlos y parece que estoy fuera de estado. Fuera de estado jamás. Si apenas tuve un momento libre y jugamos a estar hospedados en ese hotel, en aquel de la terraza que nos esperaba de brazos abiertos, que tenía una cortina de estrellas y una conversación llena de bocas, y de sabores distintos. Una sonrisa de la que trataba de escapar la inocencia de saberse mucho menos que inocente. Qué nostalgia tan dulce, tan limpia. Aunque, a fin de cuentas, un tanto incompleta. Sólo algunas terrazas entre nosotros. Le faltaron patios, balcones y otras tantas cosas. También seguir con el juego, la escondida, o la popa; así y todo mi preferido es ese en que somos nosotros dos, pero somos otros dos. Ya dos odontólogos que vienen a una conferencia en el Savoy, ya una cantante y su mánager buscando un bar donde puedas cantar, o solamente tomar unas cervezas hasta que ya no queden más juegos que jugar y no tenga más sentido postergar lo impostergable.
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