"mientras sigo a la gente que me interesa, porque la única gente que me interesa es la que está loca, la gente que está loca por vivir, loca por hablar, loca por salvarse, con ganas de todo al mismo tiempo, la gente que nunca bosteza ni habla de lugares comunes, sino que arde, arde... "
Jack Kerouac.

viernes, 26 de marzo de 2010

El terror del oficio aparece de vez en cuando y, por definición, nos agarra de imprevisto, y no hay combinación que nos salve; cerveza, mate, faso, cigarro, café con leche. De repente la superficie rectangular blanca, que nos mira inmóvil y zas! no hay con qué darle. Uno empieza por calentar los dedos: mamarrachear la hoja, ensangrentar el lienzo tratando de que los caracteres después vayan apareciendo solos, por inercia. Pero no. Y la hoja sigue ahí, intacta, después de tanto mancharla y backspace y volver a ensuciarla y dale al backspace.

Una cortina de nieve, esperando pálida hasta vernos llorar sangre, maldecir, y por último empezar de nuevo con la misma historia.

Y la poesía berreta que va apareciendo de a ratitos, mezclado con algo que no categoriza ni siquiera como poesía. Lugares comunes, incoherencias, y uno trata de seguir con la poesía, cuando empieza a funcionar para atrás y el viento se hace tormenta de arena y el mundo un desierto sin fin, pero de qué, de qué quiero hablar. No sé no importa qué importa. Sintiéndolo todo en todos los momentos, incluída esta repentina ignorancia total y no sé si no me cae bien.Y escribir que es el presente absoluto escapándose entre los dedos como la clara de huevo de M.S. Fogg y después el inevitable viaje al Central Park que se convirtió en campamento, en forma de vida, aullando a la intemperie, y qué importan los 40º de fiebre, el presente que se nos escapó.

Y algo que ya no intenta tener forma, oraciones que se no combinan pero dejan su lugar al placer de ir tecleando. Sin tener la menor idea donde y cómo va a terminar esto, si en un blog, si en la basura, si con alguna frase tan blog. Empiezo a sentir los músculos más relajados, tal vez es la voz de Julio sonando de fondo. Y deleitarme de a poco mientras voy desgajando el miedo de aquella hoja blanca, aquel desierto de sal que acepté, esperé y finalmente me respondió, dejándose manchar y desvestir. Y ya no importa aquel para qué, aquel de-qué-quiero-hablar, es simplemente ir pegando cosas al azar durante un año y de pronto descubrir una línea que las une.

1 comentario:

Alas de tiza dijo...

Escribir sobre no-esccribir, o sobre escribir...igualmente es escribir! Valga la redundancia...pero es que es tan grande esa descarga!