El terror del oficio aparece de vez en cuando y, por definición, nos agarra de imprevisto, y no hay combinación que nos salve; cerveza, mate, faso, cigarro, café con leche. De repente la superficie rectangular blanca, que nos mira inmóvil y zas! no hay con qué darle. Uno empieza por calentar los dedos: mamarrachear la hoja, ensangrentar el lienzo tratando de que los caracteres después vayan apareciendo solos, por inercia. Pero no. Y la hoja sigue ahí, intacta, después de tanto mancharla y backspace y volver a ensuciarla y dale al backspace.
Una cortina de nieve, esperando pálida hasta vernos llorar sangre, maldecir, y por último empezar de nuevo con la misma historia.
Y la poesía berreta que va apareciendo de a ratitos, mezclado con algo que no categoriza ni siquiera como poesía. Lugares comunes, incoherencias, y uno trata de seguir con la poesía, cuando empieza a funcionar para atrás y el viento se hace tormenta de arena y el mundo un desierto sin fin, pero de qué, de qué quiero hablar. No sé no importa qué importa. Sintiéndolo todo en todos los momentos, incluída esta repentina ignorancia total y no sé si no me cae bien.Y escribir que es el presente absoluto escapándose entre los dedos como la clara de huevo de M.S. Fogg y después el inevitable viaje al Central Park que se convirtió en campamento, en forma de vida, aullando a la intemperie, y qué importan los 40º de fiebre, el presente que se nos escapó.
Y algo que ya no intenta tener forma, oraciones que se no combinan pero dejan su lugar al placer de ir tecleando. Sin tener la menor idea donde y cómo va a terminar esto, si en un blog, si en la basura, si con alguna frase tan blog. Empiezo a sentir los músculos más relajados, tal vez es la voz de Julio sonando de fondo. Y deleitarme de a poco mientras voy desgajando el miedo de aquella hoja blanca, aquel desierto de sal que acepté, esperé y finalmente me respondió, dejándose manchar y desvestir. Y ya no importa aquel para qué, aquel de-qué-quiero-hablar, es simplemente ir pegando cosas al azar durante un año y de pronto descubrir una línea que las une.
viernes, 26 de marzo de 2010
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1 comentario:
Escribir sobre no-esccribir, o sobre escribir...igualmente es escribir! Valga la redundancia...pero es que es tan grande esa descarga!
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