Qué bueno encontrar una aliada en las noches de delirio, de no-realidad. Andamos así, a los trompazos contra la realidad y la no-realidad; dejándonos seducir por cada una en distintos momentos. Los pequeños pies que van trepando por la columna, hasta que unos labios sin ímpetu, como de lujuria arrepentida nos empujan adentro del espiral que es la noche de algunos sótanos. Donde la música va paseando por el fondo de la escena, una sensación de que está corriendo por atrás nuestro por un puente laminado y continuo. Deslizando por el metal hasta llegar al oído, y, recién entonces el gozo incompleto, el chicle de frutilla. Mensajes vacíos, hablando un mismo idioma distinto.
Un camino indirecto, el delirio a flor de piel.
domingo, 13 de diciembre de 2009
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1 comentario:
con una foto vieja, se nos desarman los esquemas.
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